LA ERA LIBERTARIA

Javier Milei y Malvinas: historia de una incomprensión

“Falkland/Malvinas”, otro paso de comedia dramática del Gobierno. Borrón y URL vieja. Mondino, triple intervención en política exterior y nacimiento de nalgas.

argentina.gob.ar, "portal oficial del Estado argentino", dio una muestra más de funcionarios que sobran –y bien podrían ser carne de la "deep motosierra"– o están en la pavada total al publicar una noticia sobre el avance en las gestiones para que, con ayuda del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), los cuerpos de más soldados argentinos muertos en la Guerra de Malvinas puedan ser identificados. Lo insólito es que la publicación, que estuvo prácticamente un día online sin que en el Gobierno sonara ninguna alarma, se refería a nuestras islas como "Falkland/Malvinas".

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El caso, que se desparramó como un reguero de pólvora en las redes sociales, desató pases de facturas dentro del Gobierno, donde algunos –sobre todo en la Cancillería, acosada por el "círculo de hierro" presidencial– buscan responsables y otros tratan de acallar el asunto cuanto antes.

¿Aparecerá un perejil?

Diana Mondino quiere revancha

La historia de Javier Milei y la causa Malvinas es un desencuentro constante, hecho de declaraciones deplorables, políticas erradas y pronunciamientos lesivos del interés nacional.

Intervienen en ella demasiadas manos. Por lo pronto, la publicación mencionada era totalmente innecesaria dado que refería a una reunión que Diana Mondino había mantenido con el vicepresidente del Comité Internacional de la CICR Gilles Carbonier el 16 de octubre, una semana antes… El encuentro había sido oportunamente consignado por el portal de la Cancillería del modo correcto, llamando a las Malvinas por su nombre.

Ante la consulta de Letra P, en el Ministerio de Relaciones Exteriores deslindaron responsabilidades respecto de la publicación incorrecta, pero tampoco explicaron la falta de supervisión que hubo sobre un asunto sensible. Como sea, la canciller prometió ponerse dura –curioso... ¿cómo podría esclarecer el tema si no surgió en su cartera?–, aunque insólitamente atribuyó la gaffe a un "izquierdista". ¿Nace el troskolibertarismo?

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Tampoco se sabe si la corrección se demoró por el clima de temor que infundió Milei con su reciente invitación a dejar La Casa a todos los diplomáticos profesionales que vienen aconsejándole que mejore, justamente, el manejo del área y deje de descolgar a la Argentina de la agenda global en pos de una absurda batalla cultural.

La cuestión no pasaría de una anécdota desafortunada si no fuera por el atolondramiento permanente con el que el Gobierno maneja no solo la causa Malvinas, sino las propias relaciones exteriores del país.

Estas fueron mal diseñadas desde el inicio, tal como advirtió este medio ya en los primeros días de enero, y ahora para colmo están triplemente intervenidas: por el amigo de Milei y embajador en Estados Unidos Gerardo Werthein, por la karinista ultracatólica –sin cargo– Úrsula Basset y por el secretario de Culto y Civilización (sic), el ultraderechista Nahuel Sotelo.

Cuál es el rol de Mondino en medio de todo eso es un misterio insondable.

El bebé nació de culo

La relación del Gobierno anarcocapitalista con la causa Malvinas nació de culo, tal como se ha encargado de señalar varias veces Victoria Villarruel, fruto de otra cepa de la ultraderecha, nacionalista y militarista.

Incluso antes de la asunción, una Mondino que ya se preparaba para ocupar el principal despacho del Palacio San Martín pese a ignorar demasiado sobre el métier, debutó con un error garrafal: postuló que el futuro gobierno respetaría "los derechos" de los kelpers, la población de 2.500 británicos que vive en las islas. No dijo "intereses", que es lo que reconoce la tradición diplomática nacional y quedó peligrosamente cerca del concepto de "deseos" que reivindican los isleños y el propio Reino Unido, lo que le abriría la puerta a una autodeterminación que daría por tierra para siempre con el reclamo argentino.

Malvinas y el berenjenal de Medio Oriente

En febrero, en ocasión de un viaje a Israel, Milei volvió sobre su promesa de campaña de trasladar la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén. "Jerusalén occidental", aclaró ni bien se bajó del avión que lo trasladó, como si esa parte de la ciudad internacionalmente reconocida como parte del Estado judío no hubiese sido declarada, junto a la oriental –palestina y ocupada– "capital eterna e indivisible" del mismo.

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El problema no es solamente que esa anexión y colonización está reñida con la legalidad y el amplio consenso internacional, sino que supondría el reconocimiento de poblaciones implantadas allí por Israel. Como los kelpers en Malvinas, claro.

Si eso no avanzó hasta el momento es porque en Estados Unidos gobierna aún el demócrata Joe Biden, quien aceptó de mala gana como un hecho consumado el traslado de la embajada dispuesto en su momento por Donald Trump. Si este venciera a Kamala Harris en las elecciones del martes 5 de noviembre, Milei probablemente avanzará con su peligrosa idea.

En mayo, cambiando la postura anterior del Estado argentino, sumó el voto nacional en la Asamblea General de la ONU al de apenas ocho países contra la admisión de Palestina en el organismo.

Ya en junio, el mandatario causó un escándalo diplomático al ausentarse de una reunión con los embajadores árabes destacados en el país en el Centro Islámico de Palermo. De hecho, desertó de la misma cuando su auto ya se dirigía allí, al enterarse de la presencia del encargado de negocios de la Embajada de Palestina, Alhalabi M. A. Riyad.

Cabe señalar que el Estado palestino contra el que Milei ordena votar en la ONU fue reconocido por la Argentina en 2010.

Es probable, con estos antecedentes, que la causa Malvinas se haga menos y no más popular en la comunidad internacional.

El pragmático que ama a Thatcher

Volvamos atrás. También en mayo, el Presidente le concedió una entrevista a la BBC en la que no sólo reiteró su admiración por la "brillante" Margaret Thatcher sino que también admitió que las islas ocupadas "todavía son británicas". La lectura de ese y otros medios del Reino Unido fue unívoca: "Las Malvinas siguen siendo británicas, admite el líder argentino".

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La referencia vino a cuento de un viaje del entonces canciller David Cameron a las islas que el Gobierno argentino ni se molestó en deplorar formalmente con alguna fórmula de rigor.

Apenas una mención al pasar

Ya en septiembre, en ocasión del discurso anual ante la Asamblea General de la ONU, el Presidente se limitó a usar el tema Malvinas para ilustrar la inutilidad del organismo en lugar de aprovechar la ocasión para hacer lo que debía: plantear, como manda la Constitución, la reivindicación de la soberanía. Hizo, digamos, una mención al pasar, poco sentida y totalmente vacía.

Al mismo tiempo, Mondino cerraba un acuerdo con el secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido, David Lammy, que incluyó el restablecimiento de los vuelos semanales de San Pablo a nuestras islas con "una escala mensual en Córdoba". Volvió así el "paraguas de soberanía", justo lo que necesita Londres para avanzar con sus intereses en el Atlántico Sur sin entregar ni siquiera promesas a cambio. La reacción de Villarruel no fue la mejor.

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En la misma línea de amabilidades, Milei viene de recibir en su despacho y de prestarle el balcón de la Casa Rosada al ex premier ultraderechista Boris Johnson, quien amenazó reiteradamente, cuando estaba en el cargo, con incrementar la disuasión militar para asegurar la colonia.

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El conservador despeinado –el británico– elogió en un artículo posterior los "cojones" –sic, en castellano– del argentino por haberlo recibido con loas a la responsable del hundimiento de crucero General Belgrano, hecho ocurrido en 1982 fuera de la zona de exclusión y que causó la muerte de 323 marinos argentinos. Sí, una vez más.

Islas perdidas

Si de "errores" como el del comunicado de argentina.gob.ar se trata, hace pocos días Manuel Adorni debió explicar la ausencia de las islas en un mapa elaborado por el Gobierno para una presentación sobre oportunidades de inversión en el sector minero en el marco del RIGI. "Había una razón, aunque no me acuerdo", respondió el vocero.

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La lista de errores, omisiones y desprecios por la causa Malvinas que se acaba de presentar surge de la bitácora diaria sobre el gobierno de ultraderecha que constituye este newsletter. Sin embargo, no es ni de lejos exhaustiva.

No hay en la cúpula del Gobierno una verdadera noción sobre el interés nacional ni, naturalmente, compromiso para buscar lo que no se desea. Algo que no debe sorprender cuando los intereses allí prevalecientes pasan por la "destrucción del Estado", la cacería de "zurdos" y las purgas de personal valioso en la Cancillería.

.Javier Milei con el presidente de Israel, Isaac Herzog.
Las Malvinas de Javier Milei.FOTO: NA

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