En el Gran Córdoba viven 3.000 miembros del cuerpo. La manifestación de las esposas de la "industria sin chimeneas". El fantasma de 2012. El marketing fallido.
Patricia Bullrich enfrenta un conflicto salarial con la Gendarmería nacional.
En sintonía con los reclamos que en todo el país efectivos de Gendarmería vienen realizando a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, por mejoras salariales, en Jesús María, 50 kilómetros al norte de la ciudad de Córdoba, también se hicieron oír protestas en la calle, aunque con algunas particularidades.
La movilización tuvo como protagonistas a un grupo de mujeres, esposas de gendarmes, que con pancartas y declaraciones a los medios dijeron estar en una situación económica insostenible, que les impide llegar a fin de mes.
No fueron más de 15 personas, pero anuncian otra convocatoria para el martes 25 de febrero, que preocupa a las autoridades políticas y también de la fuerza. El dato no es meno: Jesús María tiene una población estable de más de 3.000 gendarmes, entre residentes y alumnos que se forman en la Escuela de Suboficiales Raúl Cuello, con asiento en la ciudad.
El malestar por los salarios es evidente y hay masa crítica para hacerlo escuchar, como ya supo ocurrir en 2012, cuando ante una situación similar, miles de gendarmes coparon la plaza principal de la ciudad en reclamo de mejores ingresos.
Los integrantes de la fuerza no tienen permitido agremiarse, pero en aquella ocasión actuaron casi como un sindicato. La movida marcó un quiebre histórico: los voceros y cabecillas de la protesta fueron dados de baja, pero muchos de ellos lograron su reincorporación tras una dura disputa legal en Tribunales Federales.
La semilla de la disconformidad quedó plantada en aquella oportunidad. Y no son pocos los que ven la posibilidad de que una protesta generalizada pueda repetirse.
Para dimensionar el impacto que el tema tiene en la ciudad, basta recordar que, sólo en diciembre pasado, egresaron de la sede Jesús María un millar de gendarmes y a esta altura del año empiezan a llegar los aspirantes que se formarán en 2025.
Una amplia mayoría llega con su familia, busca algo para alquilar y allí aparecen los primeros problemas para los nuevos inquilinos: poca oferta y muchísima demanda, elevan los precios a las nubes.
“El sueldo promedio es de $750.000, pero el alquiler nos lleva $400.000. No podemos vivir así. Necesitamos un aumento del 100%”, dijo una de las mujeres que participó en la protesta.
Días atrás, Bullrrich oficializó una suba salarial de apenas el 5%, que activó como disparador de los reclamos.
Las manifestantes también dieron cuenta de que en otras zonas del país hay controles desde la propia Gendarmería para desarmar las protestas, con identificación y sanciones a los participantes. Ahí se juega el futuro de esta movida: si en la próxima se animan o no a sumarse más familias.
En Jesús María es moneda corriente que muchos gendarmes hagan “changas” al salir de la Escuela los fines de semana, manejen un taxi o trabajen de mozo para sumar unos pesos. “Algunos directamente desisten, piden la baja y se vuelven a sus provincias de origen”, comentó otras de las mujeres.
El impacto económico local de la Escuela de Gendarmería es enorme. Se trata de la mayor industria sin chimeneas de la ciudad. Ni las grandes empresas, ni sumando toda la administración pública pagan tantos sueldos como esa fuerza. Y es dinero que se gasta íntegramente en la ciudad.
Desde lo político, Jesús María también ofrece particularidades en torno a este conflicto. Es la tierra de origen del diputado Luis Picat, quien llegó a la banca justamente acompañando a Bullrich desde la boleta de Juntos por el Cambio. Luego, ambos se convirtieron al credo libertario de Javier Milei. Algo similar ocurre con el intendente local, el radical Federico Zárate, que sigue los pasos de Picat.
Bullrich visitó la Escuela de Gendarmería en más de una ocasión y hasta coordinó con Zárate que los aspirantes realicen prácticas en las calles de la ciudad.
Un territorio y protagonistas que son esencialmente sus aliados, hoy amagan con convertirse -reclamo salarial mediante- en un grave problema para ambos dirigentes.