Pese al impacto de la decisión de Javier Milei, en las centrales no hay margen para más que un repudio formal. El prometido "diciembre caliente", bien lejos.
La delegación de CGT que se reunió con Cordero
La CGT y las dos CTA reunificadas salieron, con tibieza, este jueves a cuestionar la decisión del gobierno de Javier Milei de fijar por decreto el aumento del salario mínimo, vital y móvil (SMVM) en $279.718. A pesar de que la cifra está muy lejos del reclamo de los gremios y más cerca de la propuesta de las cámaras empresarias, la protesta sindical se limitó a un comunicado.
"Es peor que el del 2001", acusaron por escrito. En las centrales obreras, por ahora, no parece haber clima para una respuesta más contundente. En "modo vacaciones", tanto la CGT, como la CTA Autónoma y la CTA de los Trabajadores, no tienen en agenda devolver el golpe a una medida que fue vista casi como una provocación de la Casa Rosada al filo del cierre del año.
El Gobierno sorprendió este jueves, casi al filo del cierre del año, con su decisión de establecer por decreto el nuevo valor del SMVM, facultado como está a hacerlo por ante la falta de acuerdo entre las tres centrales y las cámaras empresariales en las reuniones del Consejo del Salario que se realizaron la semana pasada.
A partir del 1 de diciembre de 2024, el salario mínimo se establece en $279.718 mensuales para trabajadores con jornada completa y $1.399 por hora; mientras que desde el 1 de enero de 2025, se actualizará a $286.711 mensuales y $1.434 por hora. En febrero, los valores serán de $292.446 mensuales y $1.462 por hora, mientras que desde marzo alcanzarán $296.832 mensuales y $1.484 por hora. El aumento representa una suba de unos 25 mil pesos para el período de diciembre a febrero.
El SMVM alcanza a 6 millones de trabajadores formales y también impacta en informales y en diversos programas sociales que se rigen por ese monto. Es la tercera vez que la administración libertaria establece por decreto su valor, que desde diciembre de 2023 a esta parte tuvo una caída interanual del 17,8%.
El Gobierno se arroga la decisión de establecerlo por decreto por la falta de acuerdo en el Consejo del Salario. La semana pasada, los empresarios, con la UIA a la cabeza, propusieron llevarlo a $278.000 en diciembre para terminar en $295.000 en marzo. Las centrales, que pedían un piso de $440 mil para diciembre, rechazaron la oferta empresarial de plano.
Finalmente, la Casa Rosada lo fijó unilateralmente con números muy cercanos a los planteados por el sector empresarial. Los gremios lo tomaron casi como un gesto de provocación de la Casa Rosada. La CGT, que viene de rechazar una convocatoria del Gobierno a sentarse en una mesa de diálogo por la falta de cumplimiento de los acuerdos, sacó un duro comunicado en el que señalaron que el SMVM de la era Milei es "peor que el de 2001".
"El Salario Mínimo, Vital y Móvil viene acumulando una pérdida estimada del poder adquisitivo superior al 70%, que se sigue profundizando por la fuerte contracción recesiva de estos meses, dejando al salario mínimo en un valor inferior al registrado en diciembre del 2001", se quejó la central obrera.
"Esta actitud pone en evidencia su falta de respeto institucional y deja en manifiesto la actitud de empresarios, dispuestos a hacerles el juego, eludiendo los acuerdos con una total falta de responsabilidad social y que tratan de sacar ventaja atendiendo solo a sus propias ganancias", agregó en un comunicado La CGT que lideran Héctor Daer, Carlos Acuña y Octavio Argüello.
Po su parte, en un comunicado conjunto, la CTA de las y los Trabajadores y la CTA Autónoma denunciaron un "complot de los sectores empresariales con el gobierno nacional, que denigra un espacio tripartito como lo es el Consejo del Salario, para seguir derrumbando los salarios de los trabajadores, para acrecentar las ganancias de sus empresas y para que el presidente Javier Milei siga gobernando por decreto".
Sin embargo, a pesar de las protestas por escrito, por ahora ni en las CTA ni en la CGT parece haber clima para ir más allá, para volcar el reclamo en las calles. La realidad de fin de año de 2024 dista muy lejano del pronóstico que los gremios hacían en los albores de la gestión libertaria. En aquel momento, auguraban que el ajuste terminaría por golpear a la clase trabajadora, lo cual terminaría siendo el caldo de cultivo de un "diciembre caliente".
A pesar de los deseos del sindicalismo combativo, que le dio vacaciones a la protesta, la motosierra sigue podando y parece tener nafta para rato.