La Junta Electoral de Buenos Aires espera para las próximas horas definiciones del Ejecutivo provincial acerca de cómo y cuándo se realizarán las elecciones legislativas de 2025 en el principal distrito electoral del país. Con el reloj en cuenta regresiva, el organismo se prepara para un más que probable desdoblamiento de fechas, un sendero incierto y lleno de complicaciones, que Axel Kicillof parece obligado a transitar.
Los plazos para que el gobierno bonaerense tome la decisión son cada vez más cortos. Antes de 1 de diciembre, calculan las autoridades electorales provinciales, Kicillof debería definir qué camino tomará, ante la disyuntiva que lo puso la aplicación a nivel nacional de la Boleta Única en Papel (BUP). El desdoblamiento parece la opción más firme.
Si adelanta la fecha, la Junta Electoral deberá por primera vez organizar unos comicios de cero, lo que demanda un inmenso despliegue de logística y recursos. "Esto va a ser un desastre", advirtió el propio gobernador la semana pasada.
El rompecabezas de Buenos Aires
Los primeros pasos deberían cumplirse en pocos días. El 1 de diciembre, el Juzgado federal con competencia electoral en Buenos Aires debería iniciar el proceso de compras de todos los elementos necesarios para la elección, desde sobres, al papel para las boletas y los bolsines. Si la provincia organiza sus propios comicios, tiene que poner en marcha esas licitaciones para esa fecha, lo que obliga a Kicillof a resolver dentro de pocos días el dilema de cómo se votará en terreno bonaerense en 2025.
A partir de allí, con un desdoblamiento, todo recaerá en la Junta Electoral, el organismo de la Constitución que encabeza el presidente de la Suprema Corte, Daniel Soria, y que integran representantes de todos los poderes. Kicillof tiene allí a uno de sus colaboradores más cercanos, Federico Thea. La Junta tiene una estructura pequeña, ajustada a la única tarea que cumple en el proceso electoral, que es la de controlar la legalidad de los candidatos y el escrutinio final.
Ante el desdoblamiento electoral que la misma Junta estima inevitable, este órgano sería el responsable de todos los aspectos de la elección de legisladores bonaerenses correspondientes a las ocho secciones en que se divide Buenos Aires. Sus tareas irían desde seleccionar los lugares de votación, capacitar a las autoridades de mesa, diseñar la logística para el despliegue de urnas y el escrutinio, además de coordinar la custodia electoral, que estaría en manos de la policía bonaerense, una fuerza que nunca cumplió esta función. Cincuenta personas para 13 millones
La complejidad del trabajo y la urgencia de los plazos genera preocupación en el gobierno bonaerense y en la Junta Electoral, que sólo tiene poco más de 50 empleados y debe cubrir una extensión territorial enorme donde vota el 37% del padrón de todo el país, más de 13 millones de electores, organizando y controlando una elección propia por primera vez.
"Vamos a intentar hacer lo imposible para que esto no ponga en riesgo el proceso electoral. Buenos Aires electoralmente está en problemas y en emergencia. Esto va a ser un desastre se haga como se haga”, dijo Kicillof días atrás. En gobernación creen que cualquier problema que se presente en la elección puede va a ser usado por la Casa Rosada para poner en sospecha los resultados.
Los recursos para poner esa maquinaria en marcha, además, deberían ser contemplados en el proyecto de Presupuesto 2025 que ya se discute en la Legislatura. Desde el Ejecutivo estimaron un costo de unos 100 mil millones de pesos para organizar sus propios comicios. Entre algunas autoridades electorales, el cálculo es aún mayor, más del doble: "Organizar una PASO y una elección podría costar como mínimo 200 mil millones de pesos", dicen.
Los tiempos apremian
Algunos especialistas miran de reojo el calendario e imaginan una fecha posible para que Kicillof pueda convocar a unas elecciones desdobladas. El gobernador no tiene demasiadas opciones para despegarlas demasiado de las nacionales: no podrían ser antes de dos o tres semanas del cronograma que establezca la Casa Rosada. ¿Por qué? Porque la provincia -estiman en la Junta- necesitará todo el tiempo posible para organizar una elección inédita. Creen que se vienen meses de capacitación por delante.
Según el cronograma provisorio que maneja la Casa Rosada, las PASO - que busca eliminar- están previstas para el primer domingo de agosto (el 3) mientras que las generales para el domingo 26 de octubre. El calendario electoral bonaerense, entonces, no diferiría demasiado. Igual, la última palabra la tendrá Kicillof cuando firme el decreto de convocatoria para las elecciones.