Santiago Caputo no atraviesa uno de sus mejores momentos. Herido por el rechazo a los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla, por los que trabajó durante largos meses, y deslucido en su rol en una semana que el Gobierno quiere dejar en el olvido, con la frustrada foto con Donald Trump que Javier Milei fue a buscar en vano, el asesor se prepara para enfrentar ahora a Mauricio Macri, a quien quiere afuera de todo.
La definición no es novedosa en el ecosistema libertario, sin embargo, encaja a la perfección después de que Karina Milei activara la orden de iniciar una guerra total contra Macri en la campaña, lo que incluye purgar el gabinete de todo vestigio macrista. La primera muestra fue el reciente desplazamiento de Sergio Iacovino de Legal y Técnica, doceavo en la lista de PRO y la que se viene: vaciarle el partido a partir de una sistemática persuasión de sus dirigentes, que ya incluyó a figuras como Diego Kravetz y Diego Valenzuela, pero que promete continuar con Cristian Ritondo, Diego Santilli y Guillermo Montenegro.
Si el plan para dejar afuera de todo a Macri prospera se verá recién con los resultados porteños, por eso no son pocos los funcionarios y operadores que están dedicados casi en exclusividad a la campaña de la Ciudad de Buenos Aires que el PRO gobierna hace casi dos décadas.
Caputo le hizo saber al resto del triángulo de hierro, horas después de la sesión en el Senado, que cree tener la razón en su veto a Macri y, por eso, está convencido que el método karinista de armar listas con incondicionales a la causa libertaria es la mejor estrategia para estas elecciones, sobre todo si eso significa prescindir de la figura del expresidente, no de parte de su tropa.
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Si la venganza en construcción de Caputo y su mesa chica contra el fundador del partido amarillo le ocupa buena parte del tiempo libre que le queda después de manejar áreas sensibles de la gestión -como la SIDE, los ministerios de Justicia y Salud y, ahora, la Secretaría Legal y Técnica-, es una incógnita en qué posición quedará cuando Lule Menem agrande aún más su influencia sobre el partido violeta y acelere su puja interna contra el asesor. A principios de año, el armador karinista intentó bloquear los movimientos de Caputo al ordenarle a los efectivos de Casa Militar que limitaran el ingreso y egreso de personas en su despacho.
Dos alianzas contra Santiago Caputo
En el Salón Martín Fierro de Balcarce 50, donde funciona el despacho del asesor y toda la maquinaria de comunicación mileísta, están grabados en piedra cada uno de los ataques que recibieron por parte del exmandatario, quien incluso hace poco volvió a quejarse por el destrato del entorno presidencial y mencionó, esta vez sí con nombre y apellido, a Karina Milei. Este último acto fue tomado como un convite a iniciar una guerra política en todos los frentes.
Esta enumeración que hacen en uno de los salones más encumbrados de la Casa Rosada es tan amplia en el tiempo como diversa en sus temáticas. De hecho, suelen contar con cierta regularidad las veces que Macri presionó a través de la política, los medios y, también, algunos empresarios para quedarse el manejo de ANSES, PAMI y la Hidrovía, un negocio millonario que el ingeniero tenía en la mira desde su presidencia. El relato incluye un pedido de Macri a Milei para que dos de sus hombres se encontraran con Caputo, con intenciones de incorporarlos al gabinete: Javier Iguacel y Guillermo Dietrich.
Pero quizá dos de las jugadas que más irritaron a Caputo son en las que coincidieron el presidente de PRO y Cristina Fernández de Kirchner. El primero de los antecedentes fue entre agosto y septiembre del año pasado cuando Diputados, primero, y el Senado, después, rechazaron el DNU que le daba $100 millones de fondos discrecionales a la SIDE que, a través de Sergio Neiffert, ya estaba bajo el control del assesor.
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Javier Milei y Mauricio Macri.
Para colmo, en la maniobra legislativa, que tenía por trasfondo debilitar el amplio poder que por entonces tenía el asesor, se involucró incluso otro enemigo público de La Libertad Avanza: el senador radical Martín Lousteau, que se quedó también con la presidencia de la comisión bicameral de inteligencia que debía controlar cada uno de los gastos de La Casa, como se denomina al edificio ubicado sobre la calle 25 de Mayo.
Casi siete meses después, los planetas de Macri y de la titular del PJ volvieron a alinearse este jueves. Con 33 de los 34 senadores del peronismo - sólo se ausentó la jujeña Carolina Moisés - y dos del partido amarillo que responden irremediablemente a Macri, más un puñado de radicales, incluido Lousteau, la oposición rechazó los pliegos de Lijo y García-Mansilla para la Corte. Esta alianza inesperada afectó, puntualmente, a quien encabezó desde el minuto cero las negociaciones con esta agenda, el ministro de Justicia en las sombras que responde de manera directa a Caputo, Sebastián Amerio.
Macri y Villarruel, en la mira
El desaire de Caputo a Macri, que con el aval explícito de Karina Milei dejó de atenderlo, obligó en al menos dos oportunidades al expresidente a recurrir a otras vías de comunicación para llegar al jefe de Estado. Ambos contactos también están enemistados con el arquitecto del relato libertario: la vicepresidenta Victoria Villarruel, hoy apartada por completo del oficialismo, y Sandra Pettovello, quien llegó incluso - dicen que a los gritos - a acusar a Caputo de espiarla a través de los servicios de inteligencia. Nadie en el Gobierno confirmó a este medio la sospecha de la ministra de Capital Humano.
Si bien la titular de la cámara alta lo niega, en la Casa Rosada afirman que existen supuestas comunicaciones y contactos personales entre la vice y Macri, que se habrían traducido en un principio de acuerdo político - hoy en apariencia caído - para enfrentar juntos a los hermanos Milei.
Fue desde el Senado -lugar de trabajo de la vice- donde se gestó el último golpe de Macri a la Casa Rosada. La mesa chica presidencial acusa a Villarruel de haber operado desde su despacho para que Caputo no consiguiera postergar por decreto la sesión en la que, finalmente, fueron rechazados Lijo y Garcia-Mansilla.
Tal como relató Letra P, fuentes oficiales sostienen que Villarruel llamó por teléfono a Bartolomé Abdala - quien la reemplazaba como máxima autoridad del Senado - justo en el momento en que debía firmar el decreto que suspendería la sesión, tal cual lo exigía la cúpula libertaria, para que se dirija de manera urgente a su despacho. El pretexto era una reunión reservada entre ambos socios políticos, pero el objetivo real era evitar que el senador convalidara la postergación de la sesión.
La venganza que Caputo está preparando contra Macri, lo más probable es que Villarruel tampoco salga indemne.
