Pese a estar activo en las redes sociales, en los 38 días de internación del papa Francisco en el hospital Gemelli, Javier Milei no hizo ningún posteo sobre el cuadro clínico complejo del pontífice. En cambio, envió a Roma al secretario de Culto y Civilización, Nahuel Sotelo, para participar de la vigilia por la salud de Jorge Bergoglio.
La Casa Rosada justificó el viaje del cuarto mosquetero de la mesa chica presidencial con el argumento de que iba a ponerse a disposición del Vaticano y acompañar a la comunidad religiosa argentina residente en la capital italiana.
La estadía de Sotelo se prolongó más de lo habitual en tiempos libertarios de ajustes y teniendo en cuenta que la Argentina tiene un embajador acreditado ante la Santa Sede, Luis Beltramino, cuya misión diplomática es, precisamente, lo que el funcionario mileísta fue a hacer a Roma.
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La vigilia de Nahuel Sotelo por el papa Francisco
Captura de redes
Los más de diez días de Sotelo en Roma y sus intentos por mostrar austeridad llamaron la atención en ambientes políticos, donde comenzaron a preguntarse si no se trataba de otro caso Francisco Sánchez, su antecesor en cargo, quien fue echado por Milei como consecuencia de sus gastos de viajes y representación en sus peregrinaciones al exterior.
Silencio de Javier Milei y diplomacia en Roma
Desde su internación el 14 de febrero en el hospital Gemelli, el papa recibió muestras de apoyo de líderes mundiales, incluso de figuras con las que tuvo roces en el pasado, como Donald Trump y Emmanuel Macron. En contraste, Milei guardó silencio absoluto, salvo una referencia breve del vocero presidencial Manuel Adorni.
En este contexto, Sotelo viajó a Roma para demostrar la cercanía del Gobierno con el pontífice. Durante su estadía, participó en una misa en la Iglesia Argentina en Roma, se reunió con el arzobispo Edgar Peña Parra, número tres del Vaticano, y asistió a una oración por la salud del papa frente al hospital Gemelli.
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Nahuel Sotelo con el número tres del Vaticano
Captura de redes
Sotelo también mantuvo reuniones con sacerdotes argentinos en cargos vaticanos: Lucio Ruiz, secretario del Dicasterio para la Comunicación, y Alejandro Bunge, auditor de la Rota Roma.
Aunque se destacó el perfil bajo del viaje, fuentes oficiales dijeron a Letra P que la misión era enviar un “mensaje diplomático”, tras meses de frialdad relacional con el Vaticano y de la tensión con las autoridades eclesiásticas locales por algunas medidas gubernamentales.
En términos de imagen, la presencia de Sotelo en el Vaticano contrastó con la ausencia de declaraciones de Milei, lo que dejó en evidencia la distancia entre la gestión presidencial y el argentino elegido como el líder de la grey católica mundial.
Viajes, excesos y ¡afuera!
El caso de Sánchez fue completamente distinto. Si bien se presentaba como un católico ultraconservador ferviente, su relación con la Iglesia y otros credos y con la mesa chica de Milei estuvo marcada por polémicas y escándalos.
Su caída comenzó con una serie de viajes al exterior que no sólo levantaron sospechas dentro del oficialismo, sino que también derivaron en una denuncia por malversación de fondos públicos.
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El Secretario de Culto en la cumbre de Vox de la que participó Javier Milei
Uno de los episodios más controversiales fue su presencia en la cumbre del partido VOX en España, una actividad organizada por la ultraderecha europea. Aunque el gobierno argentino no envió una delegación oficial, Sánchez gestionó un viaje de seis días a Madrid con un costo de u$s10.000 en pasajes y viáticos, pagados con fondos públicos.
A esto se sumaron sus viajes a Italia, Chile y Azerbaiyán, en los cuales utilizó gastos de representación millonarios sin autorización de la Casa Rosada. La última controversia fue su ausencia en el tedeum del 25 de mayo, una ceremonia clave para la relación entre el Ejecutivo y la Iglesia.
El malestar dentro del gobierno de Milei creció al punto de que el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, lo incluyó en la lista de "funcionarios que no funcionaron". Con el aval de la entonces canciller Diana Mondino, Sánchez fue finalmente apartado del cargo y reemplazado por Sotelo, un dirigente alineado con la estrategia diplomática de la administración libertaria.
Un viaje con mensaje político
El viaje de Sotelo a Roma fue interpretado como un intento de recomponer la relación del gobierno de Milei con la Iglesia, especialmente tras el silencio del Presidente ante la internación del papa.
A diferencia de Sánchez, quien utilizó recursos públicos para asistir a eventos políticos en el exterior, Sotelo se alojó en la residencia del embajador argentino ante la Santa Sede y evitó hacer declaraciones mediáticas.
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Sotelo sólo se pronunció en su cuenta de Instagram, en la que destacó el "acompañamiento del Gobierno" y la "necesidad de prudencia y respeto" en este contexto.
El funcionario también apeló a la cuenta oficial de la embajada ArgSantaSede para detallar sus actividades romanas.
Mientras Sánchez cayó en desgracia por sus excesos y su perfil confrontativo con los credos, su sucesor intentó marcar una postura más institucional.
Con Bergoglio recién dado de alta del Policlínico Gemelli, la relación entre el gobierno libertario y el Vaticano sigue en observación.