Sus movimientos políticos trascienden las fronteras y las competencias del jefe de Estado. A mediados de julio fue noticia porque se encargó en persona de levantar el teléfono para pedirle disculpas al embajador francés Romain Nadal en nombre del Estado argentino y desautorizó en el mismo llamado a la vicepresidenta Victoria Villarruel, que había tildado a ese país europeo de "colonialista" en defensa de la Selección, tras la queja por racismo que presentó la Federación Francesa de Fútbol.
Hace dos semanas, la ciudad de Buenos Aires amaneció con afiches pegados promocionando una eventual fórmula Karina Milei - Manuel Adorni para las elecciones porteñas, pero nadie se hizo cargo. Desde la Casa Rosada se apresuraron a desmentir cualquier vínculo con la pegatina que empapeló algunas zonas de la ciudad.
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A la izquierda se sentó Guillermo Francos, el único de los funcionarios que fue ascendido en su cargo inicial de ministro de Interior a jefe de Gabinete, tras la intempestiva salida de Nicolás Posse, quien se fue acusado en privado de haber utilizado los servicios de inteligencia para espiar y operar en contra de sus propios compañeros de gobierno.
El ministro coordinador, a quien Milei conoce en su paso por Corporación América, es uno de los que mejor conoce el lenguaje de la política tradicional y el que se mete sin reparos en el barro de la rosca con la oposición, como la vez que se encontró a solas con el Martín Lousteau para intentar destrabar la Ley de Bases a mediados de mayo o también cuando se juntó con dirigentes peronistas del conurbano, como Fernando Gray y Juan Pablo Zabaleta para ensayar un principio de acuerdo electoral.
Más allá de algunos hitos, y la estima personal y política que le tiene la cúpula presidencial, su rol en el último tramo del Gobierno estuvo algo más deslucido y se circunscribió a las actividades protocolares e institucionales propias de su cargo. Una de las razones, más allá que la letra chica de las negociaciones políticas las lleve adelante Karina Milei y Santiago Caputo, quizá sea que Francos delegó buena parte de sus competencias en Lisandro Catalán, un funcionario de perfil bajo, pero de creciente y sostenida influencia en la Casa Rosada.
Toto Caputo, el mejor ministro de Economía
En una segunda línea, pero también dentro del plano medio que se transmitió por medios públicos y privados, estuvo Luis Caputo, a quien el jefe de Estado definió como "el mejor ministro del mundo", a instancias de la baja sostenida de la inflación, los dólares paralelos, que achicaron la brecha a porcentajes históricos y el riesgo país, que perforó esta semana los 740 puntos.
Este miércoles, un día después de la cadena nacional, se conoció que la inflación fue de 2,4% en noviembre, en tanto la inflación núcleo, que excluye los componentes regulados y estacionales, fue de 2,7%. Las cifras fueron festejadas por buena parte del Gobierno, incluido Federico Sturzenegger, el ministro de Desregulación y Transformación del Estado con el que mantiene una tensa relación con Caputo desde el gobierno de Cambiemos.
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Desde hace meses, el nombre de Patricia Bullrich es uno de los más ponderados dentro de la Casa Rosada. La primera medalla se la colgó el propio Milei después de la cena que compartieron en la casa de Mauricio Macri días después de las elecciones electorales. Ese día, la entonces candidata a presidenta de Juntos por el Cambio decidió jugar a favor de La Libertad Avanza, sin pedir, al menos de ante mano, lugares en el gabinete como sí lo hizo su socio amarillo.
Desde ese momento, y con la prueba empírica de que sus políticas de mano dura, institucionalizadas en el protocolo antipiquetes, funcionó para "ordenar la calle" y evitar las protestas sociales pese al creciente ajuste, se ganó también el respeto del resto del ecosistema libertario, que por momentos dudó de su compromiso con las fuerzas del cielo.
Por eso, y pese a los roces políticos que tuvo con Santiago Caputo, a propósito de las reformas en la SIDE y la influencia que tiene el asesor en buena parte de la botonera de gestión, es que la ministra de Seguridad se convirtió también en el principal puente para atraer a dirigentes, legisladores y exfuncionarios del PRO a las filas de La Libertad Avanza.
Bullrich se sentó al lado del primer mandatario no sólo por su gestión en un área clave para el oficialismo, sino también por la capacidad de daño que tiene sobre el expresidente, a quien tanto Caputo como Karina Milei observan con cierta desconfianza. De hecho, la funcionaria fue medida para encabezar una boleta en la Ciudad de Buenos Aires, bastión histórico del PRO, pese a su rechazo explícito y sus planes en marcha de convertirse en vicepresidenta en 2027, en un eventual segundo mandato del líder libertario.
Embed - Cadena Nacional del Presidente Javier Milei
Segundas líneas en la cadena nacional de Javier Milei
En la primera línea estaban también la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, que ordenó días atrás una nueva ola de despidos de funcionarios de su cartera; el vocero presidencial, Manuel Adorni, que ganó protagonismo no sólo con sus conferencias semanales en Balcarce 50, sino también por moverse a la par de El Jefe; el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, y el ministro de Defensa, Luis Petri.
Mientras que en la parte de atrás se sumaron el ministro de Salud, Mario Lugones, que llegó al Gabinete por auspicio del asesor Santiago Caputo; el ministerio de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, el asesor presidencial, Demian Reidel, y el secretario de Relaciones Exteriores, Eduardo Bustamante, como suplente del canciller Gerardo Werthein, que en ese momento estaba disertando ante la Organización de Estados Americanos, en Washington, sobre las violaciones a los tratados internacionales de Nicolás Maduro en Venezuela.
Con su discurso, el primer mandatario anunció una ambiciosa serie de reformas económicas, fiscales, de seguridad y de reestructuración estatal, a la que buscó darle unidad de concepción y fortalecimiento político al hacerlo junto a estos funcionarios. Las medidas incluyen, además, modificaciones tributarias hasta estrategias para fomentar la inversión extranjera, mejorar la seguridad pública y desarrollar un plan nuclear enfocado en nuevas tecnologías.
La ausencia del secretario de Prensa
Quien no estuvo en esta oportunidad fue el secretario de Prensa, Eduardo Serenellini. Si bien Milei todavía mantiene con él cierta estima en términos personales, no sucede lo mismo con El Jefe, que desde hace meses lo inscribió en la lista negra de funcionarios que no funcionan.
Serenellini fue marcado por sospechas de hacer lobby en favor de grupos de medios críticos contra Milei y por haber habilitado el pago de pauta oficial sin el consentimiento de la cúpula libertaria en el inicio de la gestión. Había cancelado deudas por 100 millones de pesos a 23 empresas, entre las que aparecen sus exempleadores e, incluso, figuras duramente enfrentadas al gobierno como Pepe Albistur, amigo personal de Alberto Fernández.
Es por eso que la secretaria General de la Presidencia no lo invitó a la transmisión de la cadena nacional, tampoco al brindis de fin de año en el que sí estuvieron otros funcionarios.