Se cumple un año desde que Javier Milei llegó a la Presidencia y, según las encuestas, el gobierno goza de una aprobación de su gestión de casi el 50% de los argentinos, pero también casi el mismo porcentaje lo rechaza. Un esquema de polarización que parece sentarle cómodo al gobierno libertario.
Hablar de polarización en Argentina no pareciera ser una novedad, los números fríos hoy nos muestran que el acompañamiento a Milei es amplio en la sociedad, pero si observamos los denominados “núcleos duros” el muy negativo/negativo suma 39,1% versus el muy positivo/positivo 33,4% encontramos un diferencial negativo de casi 6%, muy similar al diferencial negativo que registro en el peor momento de su gestión durante septiembre, una gestión que según nuestros registros se encuentra estable desde hace un año.
¿Qué cambios hubo en la opinión pública desde que Javier Milei es presidente?
Principalmente cambiaron las prioridades de los problemas de las familias argentinas, el Gobierno es eficaz en su relato del descenso de la inflación y de la estabilidad económica anclada en la estabilidad del dólar “blue” o “paralelo”. Milei supo conectar con la demanda social de orden económico y, según nuestro último estudio a nivel a nacional, vemos que el principal problema de los argentinos dejo de ser la inflación y hoy son los bajos salarios, aunque la inflación sigue ubicándose en el top 3 de las preocupaciones y la inseguridad completa el podio. Pero la novedad es que durante este año de gobierno de Milei respecto a las preocupaciones, se incorporaron dos del orden económico, el aumento de tarifas de servicios, que desde tiempo de Mauricio Macri no eran un problema, y el desempleo, que creció exponencialmente durante este año en casi 360% .
En términos económicos, para la opinión pública el rumbo del país sigue sin ser claro: el optimismo no se impone sobre la incertidumbre y el pesimismo, y solo el 35% de los argentinos cree que en los próximos seis meses su economía familiar mejorará. Pero la mayor preocupación respecto a la economía familiar es que 3 de cada 4 familias se siguen ajustando o no llegan a fin de mes directamente y solo el 10% nos dice tener capacidad de ahorro.
Solemos realizar una pregunta en los grupos focales ¿Qué política del gobierno de Javier Milei mejoró la situación económica de tu hogar? Hasta el día de hoy no fue respondida por ningún participante.
Entonces cúales son las posibles respuestas o pistas que tenemos para pensar los motivos del apoyo al gobierno de Milei. En primer lugar, el gobierno de Alberto Fernández: el 60% de los argentinos creen que es el principal responsable de los problemas económicos actuales. En segundo lugar, el tiempo: la mayoría de los votantes libertarios piensa que 12 meses es muy poco tiempo para poder juzgar el accionar del Presidente y le confían un tiempo más, pero no muy largo. Y en tercer lugar, no menos importante que los anteriores, la dispersión de la oposición: el arco opositor parece tener más tiempo e imaginación para discusiones internas que para enfrentar al oficialismo.
Frente a esta complejidad y el desafío del año electoral que se acerca, el Gobierno busca constantemente polarizar, principalmente, con la figura de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner donde encuentra una comodidad que hoy le puede ser útil para terminar de apropiarse de la base electoral del PRO y representar el anti kirchnerismo. Electoralmente cuando preguntamos por alianzas LLA/PRO y Unión por la Patria, la competitividad de los dos espacios sigue siendo potente, y si bien el gobierno a nivel nacional tiene una ventaja de 5 puntos, en la Provincia de Buenos Aires el peronismo/kirchnerismo es quien tiene hoy la ventaja.
La polarización electoral está instalada, pensar hoy que la elección está definida para algunas de las partes es un grave error, subestimar a la figura de Cristina Kirchner y lo que representa sobre todo para una parte importante de la base electoral de Javier Milei es un error o pecar de soberbio, misma soberbia que genera otra novedad, la polarización emocional, una polarización entre quienes gozan y bailan en mítines versus quienes sufren y se rocían combustible en oficinas públicas.