The Telegraph dice que se parece a uno de los personajes más violentos de Marvel. Su origen salvaje en los cómics y seguir viviendo de la fama de los noventa.
Javier Milei como Wolverine (Imagen creada por IA)
"Ha pasado más de un año desde que Javier Milei se mudó al palacio presidencial de Argentina y llegó al poder con una victoria aplastante. El hombre que se parece a Wolveriney piensa como un libertario también ha llamado la atención de los líderes del mundo libre".
Así comienza la nota de The Telegraph firmada por la editora de Economía, Szu Ping Chan. Parte de la prensa argentina enseguida destacó que su equivalente inglesa (un medio habla por todos, se sabe) repartió "elogios" a la política económica presidencial y a su "terapia de shock" para que la inflación "finalmente vaya en la dirección correcta", a pesar de que "la duplicación de los precios es difícil de digerir para cualquiera".
Eso le bastó al líder de La Libertad Avanza para tuitear su latiguillo en modo celebratorio:
No todo es alegría. A mitad del artículo aparece el primer pero, el "however". "La austeridad extrema de Milei conlleva desafíos. El desempleo está aumentando y la pobreza se ha disparado. El Banco Central del país todavía está operando, pero con reservas netas negativas, lo que significa que Argentina tiene un poder de fuego limitado para defender el frágil peso vendiendo dólares sin estrictos controles de capital", señala y, hacia el final, desliza un alerta sobre un pronto levantamiento del cepo, porque el país correría "el riesgo de desatar una nueva ola de inflación que el Gobierno ya está luchando por controlar".
¿Y a cuenta de qué viene Wolverine, el famoso antihéroe de los cómics de Marvel? La nota no lo explica, porque no vuelve a apelar, en el resto de las 1141 palabras del texto, a esa comparación, pero se entiende que la analogía sólo vendría por el compartido look de las patillas. Lo mismo podría decirse de Carlos Menem, entonces.
No hay en la columna ninguna referencia a las garras de adamantium (el resistente metal del universo Marvel) como metáfora de la ya instalada metáfora de la motosierra libertaria para hablar de los recortes y el ajuste de Milei. Parecía el lugar común en el cual caer.
En realidad, tampoco Milei tiene por qué saberlo, pero las garras son de hueso y el adamantium recubre todo el esqueleto del mutante. Ese dato se revela en una historieta que cuenta el origen de Logan, como se lo llamaba en los X-Men.
Logan, antes de lo que vemos en las películas y en la serie noventosa de dibujitos (una era clave para el mileísmo) que volvió a la TV en 2024 en Disney Plus (en paralelo al regreso de la fiebre menemista), nació en Canadá en el siglo XIX bajo el nombre de James Howlett. Por sus constantes problemas de salud, sus padres contrataron a Rose O'Hara para que lo cuidara. Jugaba con un niño apodado "dog" (perro en inglés, otra palabra muy cara a Milei) de apellido Logan. Si se quiere leer el cómic, lo que sigue a continuación también está en Wikipedia.
Hay un... "incidente", para evitar spoilers, y James y Rose se escapan. Él está secretamente enamorado de ella, a pesar de que su niñera lo ve sólo como un hermano. Se viene otro "incidente" (siempre es algo violento e involucra sus garras), James sufre su primera laguna mental y sólo recuerda la palabra "Logan", por lo que deduce -erróneamente- que así se llama. Ya como Logan se va a vivir al bosque en medio de unos lobos salvajes. Esto ayuda a explicar la personalidad del antihéroe que conocemos por Hollywood. En España no se anduvieron con vueltas y para la traducción lo bautizaron Lobezno.
Además de las garras, su principal poder mutante es su capacidad de regeneración. Eso se vio en las películas protagonizadas por el australiano Hugh Jackman y es lo que le permitió vivir, durante el siglo pasado, aventuras que lo llevaron a ser un soldado de la Primera Guerra Mundial, un mercenario y un samurai; participar en la guerra civil española y en los sesenta convertirse en el Arma X: como parte de un proyecto del gobierno canadiense, le implantaron el metal en sus huesos aprovechando su poder curativo. Eso no significa que atenuaba el sufrimiento y, como era de esperar, los científicos no tuvieron un buen final.
Sin recordar nada de eso, por su memoria selectiva, Logan terminaría apareciendo en la mansión donde funciona la escuela para mutantes de Charles Xavier, el Profesor X. A partir de acá viene la conversión de Wolverine hacia el concepto de antihéroe, una categoría muy alejada del pensamiento binario libertario, que no suele ver grises. El término ayuda a empatizar, aunque sea por momentos, con personajes ficcionales que hacen cosas horribles por motivos cuestionables, pero por H o por B no terminan de ser los villanos de la historia.
Eso se ve en la película que marcó el debut de Jackman, a quien el fandom primero criticó porque era demasiado alto (en los cómics, Wolverine apenas mide 1.60), pero luego cayó rendido a sus garras hasta nuestros días. El filme es de 2000, cuando recién terminaban los noventa, la década del eterno retorno de la Argentina.