Expresidente de la Unión Cívica Radical de Santa Fe, Julián Galdeano es una figura gravitante en el ecosistema boina blanca de la provincia que gobierna Maximiliano Pullaro. En la noche de este miércoles, fue ungido por unanimidad por el Comité nacional partidario como el bombero que deberá ordenar la UCR de Corrientes en tiempo record.
La interna de la UCR de Corrientes
Como viente contando este medio, la interna por la sucesión del gobernador correntino Gustavo Valdés detonó al radicalismo de la provincia norteña. El mandatario está inhabilitado de competir por un tercer mandato consecutivo en las elecciones ejecutivas de 2025 y quiere ungir a su heredero. Su primera opción es su hermano, el intendente de Ituzaingó Juan Pablo Valdés, que no cosecha demasiadas adhesiones en el universo correligionario.
Enfrente de Valdés está su antecesor en el poder correntino, el tres veces gobernador Ricardo Colombi, hasta ahora presidente de la UCR provincial. La convocatoria a internas y la pelea anticipada por el armado de las listas desató una batalla entre las dos facciones que terminó judicializada y obligó a Valdés a pedir auxilio en Buenos Aires. Así aparece en escena Galdeano. Designado interventor del partido, la tarea del santafesino se extenderá hasta el 28 de febrero de 2025 para zanjar un pleito que impactará de lleno en la UCR litoraleña y en el desarrollo de la contienda entre los dos principales dirigentes del oficialismo de Corrientes.
Quién es Julián Galdeano
Galdeano ostenta vínculos que trascienden las fronteras santafesinas, entre los que se cuenta casi una amistad, de vieja data, con el propio Valdés, quien pidió la intervención de la UCR correntina. Sin embargo, Galdeano no forma parte de la tribu que responde al presidente del Comité nacional, Martín Lousteau. Valdés y Lousteau están separados, entre otras cosas, por sus posturas antagónicas frente al gobierno de Javier Milei.
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El vínculo entre Valdés y Galdeano se materializó en la campaña del año pasado, cuando el correntino viajó a apoyar la candidatura a gobernadora de Santa Fe de Carolina Losada, cuyo principal arquitecto era el ahora interventor partidario. La empresa no terminó bien: tras una campaña con cruces de alta tensión -de los cuales participó incluso el propio Galdeano-, Losada perdió por más de lo esperado ante Pullaro.
La confianza de Maximiliano Pullaro
Galdeano, quien tras ocho años como diputado provincial había desistido de buscar un tercer período, quedó en el llano, pero no por mucho tiempo. Pullaro lo galardonó con una amnistía y lo sumó a su equipo de trabajo como secretario de Vinculación Estratégica, con rango ministerial. Desde allí -en tándem con el hermano del gobernador, Martín Pullaro- se encarga de los proyectos que buscan “cambiarle la cara” a Rosario tras diez años de violencia. Entre ellos, la construcción del Puerto de la Música o la organización de los Juegos Odesur.
Más allá de su rol formal, Galdeano sobrevuela la gestión santafesina. No es extraño verlo en la mesa donde se discuten las paritarias de los gremios estatales, por ejemplo. Participa también, como uno de los operadores de Pullaro -liderados por su ministro de Gobierno, Fabián Bastia- de las roscas más importantes que encara el gobierno de Santa Fe, como la negociación para propiciar una reforma de la Constitución o la renovación de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe.
Días atrás, el propio Pullaro fue quien manijeó a Valdés como el primer presidente pro tempore de la flamante Región Litoral. Ahora, el santafesino pone un hombre propio en la cancha para tratar de ordenar el desaguisado radical correntino, tras el pedido de Valdés al Comité nacional. No será una tarea fácil.
Galdeano deberá lidiar entre dos rivales que parecen irreconciliables en una guerra por el poder en una provincia que la UCR controla hace 25 años. No tiene mucho tiempo: Corrientes debe votar entre agosto y septiembre de 2025, según lo manda su Constitución. Antes de esa fecha, deberá resolver qué hacer con las internas partidarias que Colombi pateó para mayo del año que viene y encaminar a una fuerza que tiene muchos aliados en su órbita esperando el desenlace para definir la candidatura mayor y el resto de las listas.