Con su bloque cerca de la fractura, el diputado en jefe dice que su partido atraviesa una crisis de "demanda". Libertad de acción 2025 y los nuevos liderazgos.
Rodrigo de Loredo, jefe del bloque radical en la Cámara de Diputados.
La UCR exhibe un peso específico indiscutible en la Cámara de Diputados con Rodrigo de Loredo a la cabeza del bloque boinablanca. El poder territorial y los mecanismos de institucionalidad partidaria son un ejemplo de buenas prácticas democráticas. Sin embargo, las fortalezas quedan en entredicho en el contexto político disruptivo que inauguró la llegada de Javier Milei.
Al término de otra semana de vertiginosos zigzagueos del radicalismo en el Congreso (botón de muestra: garantizó el veto del aumento de las jubilaciones, un proyecto de su autoría), el cordobés, que tuvo que hacer malabares en un bloque permeable a los estímulos libertarios, niega que la fuerza atraviese una crisis de identidad y relativiza las conceptualizaciones que se hacen en torno a los liderazgos.
Sin embargo, deja dos pistas para pensar la carrera hacia 2025: la transformación interna del radicalismo llegará del interior y será para quien mejor represente el “oficialismo del cambio”.
-¿Hacia dónde va la UCR?
-Hay que tener paciencia. El Gobierno lleva ocho meses, falta muchísimo para los futuros procesos electorales y los escenarios pueden ser cambiantes. ¿La UCR tiene que resolver ya su estrategia electoral? Diría que no. Tiene que transitar el rol que le ha tocado.
-¿Está claro ese rol?
-Es un rol no oficialista, marcando límites, pero con una actitud cooperativa con algunos cambios que la sociedad argentina votó. Fundamentalmente, aquellos que propusimos en las plataformas de Juntos por el Cambio. Por ejemplo, tenemos que acompañar, con matices y una actitud no demagógica ni populista, la agenda fiscal y de desregulación en una Argentina corporativa.
-¿La UCR es la que garantiza la plata de los jubilados o la que la veta? ¿El partido transita una crisis de identidad?
-No hay crisis de identidad. En nuestro acervo identitario tenemos la misma crisis que subyace en nosotros hace 20 años, que es la construcción de un horizonte y un discurso económico. Yo brego por un nuevo desarrollismo.
-¿Cuál es el problema del radicalismo en el nuevo mapa político?
-No es de identidad, no es un problema de oferta. Es un problema de demanda. El radicalismo es el partido de la razonabilidad frente a los extremos, de la institucionalidad frente a los populismos. Es un partido que, si bien siempre tuvo sectores más y menos liberales, más ortodoxos y más heterodoxos, es un partido de centro.
-¿Es un problema de mercado?
-En el contexto mundial y el que paradójicamente vive la Argentina nadie reclama nuestra identidad. Entonces, no tenemos que salir corriendo a representar algo que no somos.
-¿Cuánto tienen que ver en esta situación los liderazgos? ¿Quién conduce el barco?
-Después de una especie de Big Bang en el sistema político argentino, es un tanto disparatado pensar que puedan emerger de un partido que no fue votado masivamente figuras aglutinadoras de la voluntad popular. Es una cuestión de tiempos.
-¿Sólo de tiempos?
-Por el momento, sí. Si pasa el tiempo, se termina la instancia natural de paciencia hacia un gobierno emergente y tan disruptivo y el radicalismo no ordena en dos o tres figuras su capital político, ahí sí vamos a tener un problema de liderazgo.
-¿En 2025 la UCR va a ser el furgón de cola de La Libertad Avanza, como ya lo fue del PRO?
-No es tiempo para hablar de candidaturas; el radicalismo tiene que ser paciente. En el tiempo que falta, la sociedad en la que vivimos puede transitar cambios muy contundentes.
-¿Cómo se preparan hasta entonces?
-Tenemos que ser oficialistas del cambio. Ese es el eje que tiene que tener el radicalismo. En todas aquellas acciones en las que el Gobierno profundice el statu quo en lugar del cambio, tenemos que marcar nuestras diferencias. Lo demostramos siendo los autores de la reforma laboral y lo vamos a seguir demostrando, como cuando el Gobierno no se animó a democratizar los gremios.
-No van a poder esquivar el debate Milei, sí; Milei, no.
-En el proceso electoral que se avecina, el radicalismo deberá tener una ecuación práctica y aceptar realidades de distrito.
-¿Cuántas “realidades” tiene radicalismo?
-Hoy exhibe dos caras. Una porteño-centrista, que es muy ruidosa y tiene alta presencia mediática, pero es claramente minoritaria y tiene la particular realidad de que prácticamente no gobierna nada. Y hay un radicalismo del interior que tiene un perfil más productivo, que es ampliamente mayoritario e incorpora adentro de su agenda los equilibrios fiscales, por ejemplo.
-¿El cambio viene desde el interior? ¿Se ve en esa puja?
-No descarto que, a futuro, como fenómeno post Javier Milei, el país necesite un emergente del interior. La UCR tiene cinco gobiernos provinciales y, para mostrar un ejemplo, solamente en Córdoba gobernamos 170 municipios. Esa es la realidad de las dos composiciones que conviven en el radicalismo, de hoy e históricamente. En ese radicalismo que viene, la incidencia del interior, en esa federalización necesaria, el partido viene a jugar un resultado clave.