La fórmula del fernet volverá a jugar en tándem. Conciliábulos para definir estrategias. Gestos y malabares para llegar a 2025. Un bloqueo a Martín Llaryora.
Rodrigo de Loredo y Luis Juez entienden que es un mal momento para separar sus estrategias políticas en Córdoba.
Rodrigo de Loredo y Luis Juez, juntos a la par.
Apenas la ley ómnibus y el paquete final fueron aprobados por la Cámara de Diputados, el jefe de la bloque radical, Rodrigo de Loredo, llamó al senador Luis Juez para compartir el santo y seña del debate que vendría y revalidar la relación política que iniciaron en la víspera del proceso electoral 2023.
Esa sociedad estuvo atravesada por las derrotas compartidas, la configuración de nuevo escenario político y la participación tácita de Javier Milei, el tercero en discordia. De Loredo y Juez ojean encuestas en Córdoba. Como un revival del pasado reciente concluyen que ninguno destaca por encima del otro.
El agua corrió en cantidades debajo del puente y, todo parece indicar, que llegaron a la misma orilla. Ninguno sabe cómo resolverán la carrera electoral en 2025, pero decidieron caminar juntos nuevamente. Habrá gestos permanentes en lo inmediato que reforzarán aquellos que se escaparon a los ojos menos atentos.
La Ley Bases los encontró en posiciones similares, aunque no tanto. Juez eligió jugar “sin peros” con La Libertad Avanza y De Loredo lo hizo con “peros colaborativos”. A su vez, sortearon la reforma previsional con una muestra de cintureo político.
El senador hizo malabares para no cuestionar al diputado radical en cada entrevista que le preguntaban por la plata de los jubilados, punto de extremo descontento del Presidente que amagó con domesticar a la casta del Congreso a puro veto.
La competencia por el poliamor de Milei, el único que garantizaría competitividad electoral a los resabios de Juntos por el Cambio en Córdoba, encuentra un punto de cordura entre sus protagonistas.
Ninguno sabe qué quiere Milei -o su hermana Karina Milei- de cara a las elecciones de medio término. Jugar al gallito ciego no tendrá sentido para De Loredo, que defenderá su banca. Pero tampoco lo tendrá para Juez, que no quiere desaprovechar la vidriera para repensarse de cara a 2027.
Los turnos intermedios siempre fueron un trampolín para las elecciones ejecutivas. En el caso de Juez es más evidente la apuesta a largo plazo porque de buscar el traslado a Diputados, la banca que dejaría en el Senado podría ser para su incondicional mano derecha y asesor legal, Ernesto Félix Martínez. Poco para perder.
Pese al pragmatismo que domina la relación entre De Loredo y Juez, hay un factor que les genera mayor preocupación que las posiciones que ocuparán en las listas del próximo año. La dupla entiende que su unidad será clave para que no se derrumbe la estantería de JxC en espacios de poder como la Legislatura provincial, donde el cordobesismo se encuentra hiperactivo para torcer la paridad de fuerzas.
Ese liderazgo tácito operaría como dique de contención del desarme programado de la oposición que busca Llaryora bajo la figura de su transversal Partido Cordobés.
La intensidad del gobernador termina operando como sonda alimentaria de la relación entre Juez y De Loredo, quienes coinciden en que es el peor momento político para tomar rumbos separados.
El trabajo coordinado tuvo su primera expresión pública en la reciente convocatoria del cardenal Ángel Rossi a 80 referencias de la política. Juez y De Loredo conversaron sobre la oportunidad del convite, en especial porque el peronista Daniel Passerini regresó del Vaticano con una foto en HD con el papa Francisco.
Acordaron llegar separados, pero mostrarse juntos una vez que ingresaran al Colegio Gabriel Taborín el pasado sábado. Juez y De Loredo se dieron allí el beso de la paz.