"Desde que Vadim Baranov había dimitido de su puesto de consejero del zar, las historias sobre él, lejos de extinguirse, se habían multiplicado. Es algo que sucede a veces. La mayoría de los poderosos extraen su aura de la posición que ocupan. A partir del momento en que la pierden, es como si los hubieran desenchufado de la corriente. Se desinflan como esos muñecos que hay en la entrada de los parques de atracciones. Nos cruzamos con ellos por la calle y no logramos comprender cómo tipos así pudieron suscitar tantas pasiones". Así presenta Giuliano da Empoli a su criatura, El Mago del Kremlin, con quien Santiago Caputo, el hasta ahora todopoderoso asesor de Javier Milei, gusta identificarse. Por eso y por muchos guiños en sus posteos, la cuenta de Twitter que bajaba violenta línea de extrema derecha detrás del seudónimo "Nicola Brandeis" –cerrada tiempo atrás y recreada en otras– fue atribuida en su momento al Mago de la Casa Rosada.
"No hace falta ningún vigor para conquistar algo, lo que sea –decía él–, ya que todo está podrido y se deja someter; lo que importa es saber soltar, saber dejar ir", escribió Da Empoli que escribió alguna vez Brandeis.
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El mago del Kremlin, la novela de Giuliano da Empoli que inspira las fantasías de Santiago Caputo.
El revuelo por la difusión de la intervención de Caputo en la charla que el Presidente mantenía con su asesor de imagen Jonatan Viale parece haberlo metido en un huracán. Tanto es así que una nota de Jonathan Heguier en El Destape indicó que hasta llegó a presentar su renuncia. Sin embargo, la sangre no debería llegar al río: dicen que a Caputo le espera una temporada, se verá si larga o breve, en el purgatorio. Todavía no ha llegado el momento de preguntarnos cómo pudo ese tipo suscitar tantas pasiones.
¿En qué te han convertido, Javier Milei?
El enojo de Milei con su asesor –con Caputo, no con Viale– no se vincula con una súbita sensibilidad sobre el valor del trabajo periodístico, sino con el daño que le causó a su autoridad: la filtración –todavía opaca– de un tramo de la entrevista que no debía ver la luzexpuso al Presidente como un hombre manipulado, débil e incapaz de cuidarse a sí mismo.
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Una cosa es que Milei se vea forzado a salir del laberinto político y legal del Libragate resolviendo el dilema "estafador o analfabeto financiero" por el segundo de esos términos, mal menor que Juan Rezzano define en Letra Pcomo "la construcción de un boludo". Otra, cualitativamente diferente, es que un país entero lo vea como tal en las redes sociales y los programas de TV. Momento Oso Arturo.
El jefe de Estado ha quedado devaluado. Una encuesta de Zuban, Córdoba y Asociados indicó que nada menos que el 87,9% de las personas consultadas está al tanto del escándalo, que el 66,7% lo considera la mayor crisis de la era Milei, que el 83% piensa que este debería actuar como presidente y no como influencer y que el 54,3% encuentra "creíble" que Karina Milei pudo haber recibido sobornos. Masivo, bro.
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Karina Milei, bajo la lupa.
En tanto, la opción juicio político sí o no divide a los consultados por mitades: 48,3% y 49,4%, respectivamente.
Golpeado, temeroso por lo que traigan los próximos capítulos de la serie, obligado a filtrar que resistirá en su puesto, con su hacedor en capilla y con su hermana mencionada como presunta corrupta, estalla el "triángulo de hierro" y con eso, la estructura precaria, pero efectiva hasta el viernes a la tarde, sobre la que se asienta el poder en la Argentina paleolibertaria.
Este es el dato del momento.
A Santiago Caputo ahora le entran todas
Es posible que el enfado de Milei con Caputo sea, hablando de Fernando de la Rúa, el equivalente al golpe en la mesa de Mariano Grondona que el radical dio para mostrar que todavía tenía autoridad.
Embed - De La Rua golpea la mesa
¿Será entonces una ficción, otra obra de ilusionismo del Mago del Kremlin, en la que él, que no tiene imagen pública que defender y que si le interesa tener alguna es la de alguien tenebroso, se ofrece como chivo expiatorio del "spin-off Viale" del Libragate para enviagrar al Presidente?
Como sea, a Santiago C. se le animan quienes no se le habían animado nunca.
Primero, el airado Viale, que parece enojado hasta con su amigo Milei, lo llamó "este muchacho" y "personaje". Luego, Manuel Adorni reveló –¡uh!– que el Presidente lo retó y dijo que "se equivocó".
Este mijércoles, con la debida venia y con el deleite de quien se cobra viejas cuentas, Guillermo Francos ejerció de jefe de Gabinete y se ensañó con quien venía detentando ese cargo de facto. "Estupidez", dijo; también "irresponsabilidad". "Aprendió la lección: nadie es superpoderoso", se vengó.
Realidad o ficción, Caputo ha tocado la kriptonita, al punto de que por primera vez pisa el freno en una curva y ahora, parece, hasta se declara dispuesto a entregarle al Senado la cabeza de Ariel Lijo, a buscar nuevos nombres para la Corte Suprema y a renunciar al decretazo prometido para tomarla por asalto.
