El paso por Rosario de Patricia Bullrich revalidó su condición de ser la única funcionaria nacional que escucha a Maximiliano Pullaro. Juntos, ostentaron una pronunciada baja en los indicadores de violencia tras la implementación del Plan Bandera, un oasis de buena sintonía en el marco de un vínculo complejo entre la Casa Rosada y el gobierno provincial.
La visita de Bullrich se dio después del mal paso de Javier Milei por la ciudad. El Presidente asistió el último viernes al 140° aniversario de la Bolsa de Comercio de Rosario, pero desplegó una diatriba contra la oposición tras una semana en la que le entraron todas las piñas, lo que descolocó a un auditorio compuesto por el Círculo Rojo exportador y figuras del empresariado, la producción agropecuaria y la política que esperaban un discurso de tono productivo y anclado en la ciudad. La desconexión con el público se notó en el escaso festejo a cada uno de sus gags.
Entre lecciones de economía y stand up, Milei sólo había logrado un aplauso sostenido cuando mencionó el trabajo de Bullrich en materia de seguridad. La ministra pareciera ser la única referencia del gobierno nacional que escucha y responde a los pedidos de la Casa Gris, una sintonía fina -no exenta de algunos ruidos- que no se ve en ningún otro ámbito. Para muestra basta un botón: Lisandro Enrico, ministro de Obras Públicas, ya viajó nueve veces a Buenos Aires para pedir por el estado de las rutas nacionales que atraviesan la provincia y no obtuvo una respuesta aún.
Los resultados de la sociedad Maximiliano Pullaro & Patricia Bullrich
La buena sintonía entre los gabinetes de Pullaro y Bullrich se ve reflejada en los resultados. Según los guarismos oficiales, los homicidios cayeron un 70% en zonas conflictivas de la ciudad y un 60% en promedio en todo Rosario en tan solo ocho meses. “Es el número más importante en Rosario en 17 años”, dimensionó Pullaro. En la capital provincial los resultados son aún mejores y hay que retrotraerse hasta el siglo pasado para encontrar indicadores similares.
En el gobierno santafesino reconocen que ni en sus mejores proyecciones figuraban estos números. “Imaginábamos que iba a caer por el mejor enfoque de las investigaciones y la mayor presencia en las calles, pero no tanto”, dejó escapar el gobernador. La merma no se produce sólo en los delitos con violencia altamente lesiva, sino también en las balaceras -que se redujeron a menos de la mitad- y en los hechos de robo o hurto, que descendieron un 40%.
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Maximiliano Pullaro recibió a Patricia Bullrich en su despacho antes de la conferencia de prensa.
La pregunta que se impone es cómo se logró una baja pronunciada en tan solo ocho meses. Como contó Letra P, en el sistema penal manejan la hipótesis de algún tipo de pacto de sectores policiales que recuperaron influencia en la calle, aunque lógicamente no hay evidencias que prueben esa teoría y en las oficinas del gobierno lo niegan terminantemente.
Según se desprende del relato de Bullrich, la merma se debe a tres factores: se aumentaron las restricciones en las cárceles -”en los últimos tres controles no encontramos ni un celular”-; se aumentaron las incautaciones de grandes cargamentos de cocaína “de máxima pureza” -500% más con respecto al año pasado, según la ministra-; y se profundizó la presencia de las fuerzas federales que, gracias a la desfederalización del narcomenudeo, se enfocaron en grandes casos. “Arrestaron a 555 personas e hicieron 191 allanamientos en 387 investigaciones en curso”, dice la palabra oficial.
Una frase de la ministra de Seguridad dejó entrever que hay también razones políticas detrás del despliegue de fuerzas federales del gobierno de La Libertad Avanza en Rosario. “Hemos logrado encapsular el problema, en Río Cuarto o en San Nicolás estaban preocupados y ya no”, dijo La Piba. Se trata de lugares de la zona núcleo donde Javier Milei tiene una gran penetración. Pullaro, sin embargo, demostró que en el gobierno provincial el problema se vive de otra manera: se emocionó al recordar la saga de cuatro atentados narcoterroristas contra civiles inocentes.
La segunda etapa que cranea Maximiliano Pullaro
El encuentro entre Pullaro y Bullrich sirvió, además, para que ambos lancen una segunda etapa del programa. El gobernador anunció una inversión de US$450 millones para comprar cinco mil cámaras de seguridad operadas con inteligencia artificial y duplicar las plazas carcelarias de la provincia. Además, también se cristalizó un fortalecimiento al Ministerio Público de la Acusación, donde se sumarán medio centenar de fiscales y un grupo más de personal.
Convencido, Pullaro hasta reveló que retomarán el plan de cierre de comisarías una vez que terminen las cuatro estaciones policiales que están planificadas en la ciudad y que se comenzaron a construir durante su gestión como ministro de Seguridad. Es un plan que busca “terminar con la policía administrativa” y fue una de las principales críticas del peronismo tanto en la campaña que llevó a Perotti a la Casa Gris -que, de hecho, lo discontinuó en su gobierno- como en la malograda empresa de Marcelo Lewandowski a la gobernación.
La segunda etapa viene acompañada de un operativo para cambiar la imagen nacional que tiene la ciudad. Allí se inscriben, por ejemplo, el renovado proyecto del Puerto de la Música o la organización de los Juegos Odesur 2026. La importancia de esos proyectos se nota en el perfil de los dos funcionarios que Pullaro puso al mando: su propio hermano Martín Pullaro y el secretario de Vinculación Institucional, Julián Galdeano.
Claudio Brilloni, el alfil perdonable de Omar Perotti
“Nosotros sí sabíamos desde el día uno lo que había que hacer”, dijo el gobernador, y sus palabras retumbaron en el Salón Blanco de la sede de gobierno como un mensaje a Omar Perotti. El detalle es que junto a él estaba Claudio Brilloni, nuevo jefe de la Gendarmería y último ministro de Seguridad del rafaelino en su paso por la Casa Gris. Pullaro lo abrazó antes de comenzar la conferencia y lo invitó a sentarse al frente. “Fue una buena noticia que se incorpore”, diría luego.
En rigor, la visita de Bullrich tuvo como motivación también despejar cualquier duda que podría haber en torno a Brilloni en su primera llegada a Rosario. “Es lo mejor que podemos tener hoy en la Gendarmería, su lugar como buen gendarme es conducir a la fuerza”, lo respaldó. Su agenda continuó, ya en privado, en ese sentido: visitó la sede de Gendarmería, se reunió con fiscales y vio al nuevo grupo de élite antinarco que opera en la ciudad.