48 HORAS DE NERVIOS

Toto Caputo se somete a una prueba veloz de amor del mercado financiero

Desembolsa U$S 4.360 millones para pagar deuda. Confía en que buena parte sea reinvertida en bonos del Tesoro. El costo de pisar el dólar. Aguantar hasta votar.

Anticipar movimientos tectónicos globales y de largo plazo es un ejercicio necesario, pero eso no debe desplazar el análisis local e inmediato, sobre todo cuando la Argentina se asoma a un verdadero test de estrés de 48 horas, crucial para calibrar el nivel de compromiso –por frágil que sea habitualmente– del mercado financiero con el plan económico de Javier Milei y Toto Caputo.

El Tesoro honrará hoy vencimientos por 4.360 millones de dólares en capitales e intereses de títulos de deuda emitidos bajo ley extranjera y argentina. "Hoy" es un modo de decir: dado que en Estados Unidos habrá duelo nacional por el funeral de Jimmy Carter, ese dinero terminará de liquidarse el viernes. La pregunta clave es a dónde irá ese cash, esto es qué harán con él sus receptores. En ese consiste el test de las 48 horas.

El Gobierno confía en que buena parte del mismo sea reinvertida en bonos del Tesoro, lo que contribuiría –más allá de las oscilaciones técnicas que se registrarán en lo inmediato, propias de la operación de pago– a que sus cotizaciones sigan subiendo y el riesgo país, es decir su rendimiento, se comprima, confluyendo –ahora más lentamente– hacia la zona de los 400 puntos básicos. Eso, que sería un golazo para el Gobierno y para el país, es, claro, el escenario optimista, que beneficiaría también a compañías privadas que hacen cola para emitir deuda más barata, reemplazar así la tomada anteriormente y financiar proyectos de diverso tipo.

Sin embargo, podría ocurrir que una mayoría de esos inversores optara por otros activos, fuera del mercado local. Eso, de concretarse, se traduciría en nuevas presiones sobre el dólar justo en momentos en que el atraso cambiario inocultable lleva al Presidente a pelearse hasta con sus gurúes más reverenciados.

Sin embargo, el mercado abona la tesis optimista, aunque una mayoría de operadores espera tendencias todavía positivas, pero más suaves que las brutales de 2024.

"A pesar de que la Argentina ya se destacó como un outlier (un caso de rendimiento extraordinario) en (el contexto de) América Latina en 2024, cuando logró retornos interanuales de 109,5%, aún vemos espacio para que las valuaciones se expandan, las ganancias se recuperen y el riesgo país disminuya", dijo J.P. Morgan en su último informe, citado por La Nación.

"Todavía hay varios catalizadores que podrían materializarse en 2025, incluido el levantamiento de los controles de capital (el cepo) y un resultado de las elecciones intermedias de octubre próximo favorable"… para el oficialismo, desde ya, completó.

El mundo es un hogar hostil

Un problema, que afortunadamente se esbozará en plazos más extensos que el del test de este final de semana –acaso cuando operen nuevos vencimientos en seis meses–, es que el mundo se ha puesto volátil y los mercados, revueltos.

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Donald Trump, quien asumirá por segunda vez el lunes 20, no deja de agitar sus amenazas de imponer aranceles exorbitantes a China –por la pelea hegemónica que plantea–, a México –por la inmigración ilegal y el narcotráfico–, a Canadá –por el tráfico de drogas– y ahora hasta a Dinamarca por su rechazo a venderle a Estados Unidos su territorio autónomo de Groenlandia. Sería fácil decir simplemente que el tipo está loco y ningunear esas amenazas, pero resulta que el mismo será el presidente de la hiperpotencia por cuatro años y que está apoyado por la formidable maquinaria económica y de difusión de propaganda de los tecnoplutócratas liderados por el extremista de derecha Elon Musk.

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Él parece divertirse con esas travesuras, que incluyen amenazas de guerra y conquista –incluso del Canal de Panamá– destinadas a crear un Gran Estados Unidos, pero los líderes de todos esos países lo toman tan en serio que lo refutan, mientras que Emmanuel Macron sale a hablar de una peligrosa era de "imperialismo". Wall Street no sabe qué esperar.

En ese clima, todo indica que esta semana podría cerrar en paz, pero el futuro cercano constituye un desafío de otro tipo.

Los insondables caminos de la deuda

Lo que vence hoy son compromisos contraídos por administraciones anteriores, sobre todo en la de Mauricio Macri y el mismísimo Caputo, que Martín Guzmán refinanció para aliviar al país durante varios años, años luego lamentablemente desperdiciados para corregir desequilibrios y poder refinanciar esas deudas con nuevos créditos. A lo hecho, pecho: poniendo estaba la gansa.

Naturalmente, las reservas del Banco Central registrarán el bajón cuando el Tesoro se desprenda de ese dinero y lo haga fluir a las cuentas de los acreedores locales y extranjeros del país.

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Las reservas netas –que surgen de descontar del total los compromisos de pago a 12 meses y las colocaciones del Tesoro en el Banco Central – ya oscilaban, aun antes de estos pagos, en los10.400 millones de dólares negativos, lo que obligará en algún momento a las autoridades a dejar de dilapidar dólares comerciales para pisar los tipos de cambio o a reeditar el ciclo del endeudamiento nacional. El ministro de Economía ya anda en eso: a su juego lo llaman.

Como analizó/reclamó J.P. Morgan, el gran objetivo es abrir el cepo y normalizar por fin la vida financiera y económica del país. Eso, por sí mismo, supondría un gran golpe de efecto financiero, económico y hasta político-electoral, pero no depende enteramente de la voluntad de un gobierno que se ha disparado durante un año en los pies al dilapidar los dólares del comercio exterior para provocar la caída del dólar y, con eso, una desinflación en alguna medida forzada.

En una entrevista –que por momentos adoptó una vez más ribetes llamativos–, Milei reconoció que, dadas las condiciones actuales –se insiste: en buena medida autogeneradas–, será necesario pedir prestados "11.000 o 12.000 millones de dólares". ¿Cómo? Vía Fondo Monetario Internacional (FMI) y merced a los favores de Trump, ya que en el Palacio de Hacienda descartan –ojo: por ahora– la apelación a grandes fondos de inversión.

Algo interesante: la cifra de 12.000 millones es llamativa porque, añadida a los 45.000 millones desembolsados por el organismo en 2018, arrojaría el monto exacto del crédito inicialmente negociado por Macri bajo patrocinio de Trump. ¿La idea será volver a ese texto para allanar el camino?

El anarcocapitalista intervencionista (!) no reconoce ni va a reconocer que se trataría de deuda nueva y explica que ese dinero es necesario para cancelar las Letras Intransferibles con las que el Tesoro empapeló el Banco Central en las últimas dos décadas.

Así, según él, sería deuda por deuda. Sin embargo, la situación sería otra si él, Caputo y Santiago Bausili no hubiesen dilapidado tantas divisas. Entonces sí: sería deuda nueva, esa que, como dijo alguna vez, "es inmoral porque la fiesta de hoy se la estoy pasando a las generaciones futuras".

Aguantar hasta votar

En un sentido, el plan es aguantar. Una vez más. Eso es así porque la anemia de divisas de la autoridad monetaria debería dar lugar, en condiciones normales, a una segunda megadevaluación del peso, con sus efectos de rebrote inflacionario, caída de los ingresos populares, freno de la reactivación y golpe a la confianza popular justo en la previa de las elecciones. Y eso no es admisible, tanto que el jefe de Estado puso un límite a la guerra con Mauricio Macri al abrir los brazos a un amplio acuerdo con el PRO e, incluso, a una candidatura –¿a senador porteño?– del ingeniero. No sea cosa que el cisne negro que se busca descubrir por el lado de las finanzas llegue de la política, con un triunfo del peronismo en la provincia de Buenos Aires…

"Tengo vocación activa de ir a un acuerdo total en todo el país y terminar con el kirchnerismo (…) arrasarlo", aseveró. El macrismo se pregunta cuánto tardará en volver a meter mano en esa relación difícil La Sombra, su jefe de Gabinete blue Santiago Caputo.

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Ante esa reedición del "plan aguantar", el exmiembro del Consejo de Asesores del Presidente Fausto Spotorno –expulsado como tantos sin honra y sin justificaciones suficientes– estimó en un stream que, aunque la apertura del cepo será un momento de definiciones, el atraso cambiario podría mantenerse por algunos años. Mala noticia para la industria, el campo, exportadores varios y los sectores menos competitivos de la economía, a quienes, como se sabe, el Gobierno conmina a "adaptarse o morir".

¿Quién dice que el dólar está atrasado, quién es capaz de determinar su precio ideal?, desafía el mismo presidente que no se anima a dejarlo cotizar libremente, sin cepo ni intervenciones masivas, para las que dice contar aún con una reserva de 5.000 millones de dólares. Curioso.

Ese argumento, capcioso, lo llevó a cruzar incluso a su otrora admirado Domingo Cavallo, quien osó señalar en su blog un atraso cambiario del 20% que habría que corregir antes de los próximos tres meses para evitar males mayores.

"Me parece una vergüenza su declaración. Me sorprende para mal su juicio tan ligero y tan mal fundamentado técnicamente para un disparo de estas características", escupió en la entrevista mencionada.

"Es insultante la estupidez que dijo. Debería conocer la tasa de tiempo intertemporal (…), debería ser omnisciente, omnipotente y omnipresente, debería ser Dios. Es imposible determinar ese número seriamente; hacer un cachivache lo hace cualquiera", destrató al padre del "uno a uno", a quien rebajó al nivel de "econochanta".

Ojo: Dios no juega a los datos, pero a veces controla el dólar interviniendo en el mercado…

Javier Milei y Toto Caputo.
Mauricio Macri

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