En medio de un recambio generacional que cubre todas sus líneas y una renovación de las autoridades de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), el papa Francisco sacudió el tablero eclesiástico con algunas jugadas magistrales dignas de grandes maestros del ajedrez mundial como Magnus Carlsen, Gary Kasparov, Bobby Fischer, Anatoly Karpov, Miguel Najdorf o José Capablanca.
La estrategia ajedrecística del pontífice comenzó a revelarse hace un año y medio, cuando decidió sacar a Tucho Fernández de La Plata para llevárselo a Roma, ponerlo al frente del Dicasterio para la Doctrina de la Fe y consolidarlo como cardenal armador de la sucesión apostólica en un futuro cónclave.
Otro de los movimientos sorpresivos que hizo Jorge Bergoglio en 2023 fue nombrar al cura villero Jorge García Cuerva, de apenas 55 años, como arzobispo de Buenos Aires. Como sacerdote, el prelado tuvo su misión pastoral en la villa La Cava, del partido bonaerense de San Isidro, y llegó a la jurisdicción porteña tras un paso de cuatro años como diocesano de Río Gallegos, el principal bastión kirchnerista.
Alfil de Jorge Bergoglio, en retirada
En la última movida de 2024, el 30 de diciembre, el papa aceptó la renuncia de Oscar Ojea al gobierno pastoral de la Diócesis de San Isidro. Como es de práctica, el obispo presentó su dimisión el 15 de octubre de 2021, al cumplir 75 años, pero Francisco le extendió el mandato con la fórmula donec aliter provideatur (hasta que se pueda proporcionar otro).
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El obispo Oscar Ojea habla en la asamblea sinodal que preside el papa Francisco
CEA
Como contó entonces Letra P, la decisión papal le abrió a Ojea la posibilidad de presentarse para ser reelecto presidente del Episcopado, lo que finalmente ocurrió y completó dos trienios -ampliados a siete años por la pandemia- al frente de la Iglesia bergogliana. En noviembre pasado, la asamblea plenaria de obispos eligió al arzobispo mendocino Marcelo Colombo para sucederlo.
Ojea estuvo 15 años al frente de la Diócesis de San Isidro y, a partir de la aceptación de su renuncia, el nuevo diocesano es Guillermo Caride, a quien el 22 de febrero del año pasado el pontífice eligió como obispo coadjutor con derecho a sucesión de esta jurisdicción.
Un cura villero para La Plata
El 21 de noviembre, Francisco volvió a sacudir el tablero eclesiástico al promover a Gustavo Carrara, el obispo auxiliar que vivía en una villa del Bajo Flores porteño, como arzobispo de La Plata. Sucedería a Gabriel Mestre, quien en mayo fue forzado a presentar su renuncia por “diferencias” con el papa en el proceso de elección del diocesano en su antigua jurisdicción de Mar del Plata.
Carrara tomó notoriedad pública en junio pasado, cuando, al celebrar una misa en memoria del sacerdote y barrendero Mauricio Silva, secuestrado y asesinado en 1977, un grupo de personas entonó la Marcha Peronista y el cántico "la patria no se vende". Este episodio generó controversias internas, por lo que Carrara tomó distancia y pidió disculpas.
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Gustavo Carrara, Axel Kicillof y Julio Alak
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El 28 de diciembre, solemnidad religiosa de los santos inocentes, Carrara asumió el gobierno pastoral de La Plata con una marcha por la ciudad y una celebración eucarística en la catedral platense. Allí tuvo su primer contacto informal con el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, y el intendente de La Plata, Julio Alak.
El enroque de la sede primada
Tal vez la jugada menos esperada de Bergoglio fue la transferencia a Santiago del Estero del título de la sede primada de la Argentina que ostentaba Buenos Aires.
Ahora el distintivo honorífico de primado quedó en manos de Vicente Bokalic, el religioso vicentino de 72 años que también pasó a ser arzobispo y a quien meses después el pontífice creara cardenal.
La rebelión de los peones
El papa también le dio jaque mate a la rebelión de los peones en Mar del Plata. Como contó Letra P, la búsqueda de un sucesor para Mestre en esa jurisdicción eclesiástica derivó en una trama de lobby religioso, puja de poder terrenal, carpetazo y renuncias de tres prelados.
Tras meses de meditación, el 12 de diciembre, Bergoglio hizo la última jugada al confirmar al jesuita Ernesto Giobando, quien desde enero ejercía en forma interina, al frente de la Diócesis de Mar del Plata.