Ni Morris West podría hilvanar una trama de intrigas palaciegas, lobby religioso, rebelión de la comunidad católica, puja de poder terrenal y renuncias como la que provocó la elección del obispo para la Iglesia en Mar del Plata. Tras meses de meditación, el papa Francisco escribió el último capítulo de esta novela episcopal digna de convertirse en un best seller mundial.
Jorge Bergoglio ya tiene in pectore el nombre del nuevo diocesano marplatense para esta sede vacante (sin obispo) desde noviembre de 2023. El elegido se conocerá en breve y, según trascendió en ambientes eclesiásticos, pertenece a una congregación religiosa y tiene experiencia pastoral en el territorio.
Fuentes consultadas por Letra P en Roma dijeron que intuyen que el pontífice dará continuidad al jesuita Ernesto Giobando, a quien a mediados de enero de este año designó administrador apostólico para que goberanara pastoralmente la diócesis hasta que decidiera quién será el “pastor” definitivo de la grey marplatense. También, con el objetivo de cerrar el escándalo provocado por la elección del obispo para esta jurisdicción eclesiástica.
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Ernesto Giobando, uno de los elegidos del papa Francisco
Otro dato que refuerza la versión de continuidad del interino es que Giobando mandó recientemente a buscar “todas sus pertenencias” -confió una fuente- de una residencia del clero en Buenos Aires, donde vivía antes de su traslado y mientras cumplía sus funciones de obispo auxiliar tanto del cardenal Mario Poli como del arzobispo Jorge García Cuerva.
Igual, con Bergoglio en el Vaticano, hasta la versión más fuerte puede diluirse con un nombramiento inesperado y sorpresivo. Ya ocurrió en el caso de Córdoba, donde ningún nombre en danza se confirmó y el pontífice optó por el cura jesuita Ángel Rossi para la arquidiócesis, al que luego también creó cardenal.
Promoción arzobispal y tres dimisiones
La novela bergogliana comenzó a escribirse en septiembre de 2023, con la promoción de Gabriel Mestre de obispo de Mar del Plata a arzobispo de La Plata. Tras tomar posesión de la jurisdicción eclesiástica de la capital bonaerense, el Consejo Presbiteral marplatense eligió, como es de práctica, administrador diocesano al sacerdote Luis Alboniga, mano derecha de Mestre y candidato “natural” a sucederlo.
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El papa Francisco quiere poner en orden la Diócesis de Mar del Plata
Algunos movimientos de Alboniga en procura de quedarse en el sillón episcopal marplatense, con la aparente bendición de Mestre, llegaron al Vaticano y encendieron señales de alarma en el Dicasterio para los Obispos, que tiene la anteúltima palabra en las designaciones.
El 21 de noviembre, la Nunciatura Apostólica anunció que el papa había elegido a José María Baliña, auxiliar porteño, para Mar del Plata. Tres semanas después, el elegido de Francisco informó, antes de asumir formalmente, que no se haría cargo alegando motivos de salud y personales. El pontífice le aceptó la renuncia.
Mientras en Roma se preguntaban por qué había acepado, si finalmente iba a autoexcluirse, Alboniga seguía moviendo influencias y haciendo lobby para quedarse como obispo.
El 13 de diciembre, en rápido trámite, el papa nombró al claretiano Gustavo Larrazábal, obispo auxiliar de San Juan, y se programó su toma de posesión para el 20 de enero. Tres días antes de esta celebración, el religioso declinó la designación en medio de denuncias de una mujer por supuesto abuso de poder.
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Gustavo Larrazábal, uno de los elegidos del papa Francisco
El papa también le aceptó la renuncia a Larrazábal, pero le ordenó regresar a sus funciones de colaborador del arzobispo Jorge Lozano en San Juan. En el mismo trámite, puso a Baliña como interino en Mar del Plata.
Gabriel Mestre obligado a renunciar
El 27 de mayo, dos días después de celebrar el tedeum patrio en la catedral platense ante el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, Mestre hizo trascender -antes de que la noticia se difundiera oficialmente- que el papa le había pedido la renuncia.
El Vaticano no reveló los motivos del pedido de dimisión, pero la carta de despedida de Mestre dejó leer que fue por supuestas maniobras para que Alboniga se quedara como diocesano marplatense.
En la misiva, el sucesor de Tucho Fernández en La Plata reconoce "percepciones distintas" con el papa sobre lo sucedido en su antigua diócesis de Mar del Plata, tras su traslado pastoral.
Lobby, carpetazo y exilio
En ambientes eclesiásticos atribuyeron a un “carpetazo” la difusión de una antigua denuncia de una mujer marplatense contra Larrazábal por supuesto acoso laboral y abuso de poder perpetrados entre 2007 y 2013.
“Acá estuvo la mano de Alboniga y su gente. Esta denuncia ya había sido desestimada por la justicia y hasta la Nunciatura consideró que las acusaciones carecían de “fundamento”, dijo a Letra P una fuente diocesana. A raíz del escándalo, Larrazábal decidió no tomar posesión de la sede y volverse a San Juan.
Tras la llegada de Giobando como interino, la primera medida que adoptó, con anuencia del Vaticano, fue el traslado de Alboniga a una parroquia de la Diócesis de Jujuy.
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El papa Francisco quiere poner en orden la Diócesis de Mar del Plata
Gentileza (La Capital)
En una comunicación extraoficial difundida por WhatsApp se puntualizada que el traslado de Alboniga es “por un tiempo” y “debido a que se realizará un procedimiento canónico relacionado a esclarecer su actuación durante su tarea de administrador diocesano”.
La decisión de Giobando no cayó bien en una parte de la feligresía marplatense, que salió a respaldar a Alboniga convocando a jornadas de oración en la parroquia Asunción de la Santísima Virgen, que el sacerdote tenía a su cargo.
Giobando también vivió otro momento incómodo en marzo, durante la Semana Santa, cuando decenas de personas irrumpieron en la catedral marplatense e interrumpieron una misa exhibiendo carteles con las leyendas “Padre Luis, presente” y “Queremos que vuelva el padre Luis”.