En septiembre, fue invitado al Baker Institute de la Rice University de Houston, Texas, donde expuso ante referentes de empresas petroleras en el marco del evento “Iniciativa para el Sector Energético de la Argentina”. Ya había visitado la universidad en 2022, como ministro de Economía. Había cosechado elogios. Un “funcionario que funciona”, lo calificó el anfitrión, Mark Jones. Estaba en plena construcción de la candidatura presidencial. Después, tuvo que digerir la derrota.
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En 2024 volvió a Houston en modo consultor, abocado de lleno a los temas energéticos que trabaja junto a su equipo de la Fundación Encuentro, un think tank massista que publica informes sobre distintas áreas de Estado. Allí trabajan varios de los funcionarios que lo acompañaron durante su gestión, como el extitular de Enarsa, Agustín Gerez, el exjefe de la Aduana, Guillermo Michel, y el exsecretario de Finanzas, Eduardo Setti. Generan insumos para todos los dirigentes del espacio.
El año impar lo devolverá a la rosca a tiempo completo. Después de pasar fin de año y algunos días de enero en Pinamar, Massa se instalará de nuevo en sus oficinas de Avenida del Libertador para abocarse de lleno a la discusión del armado electoral.
Sergio Massa – CFK, una sociedad vigente
La presencia de Gerez, un pingüino santacruceño de pura cepa, cerca de Massa, también habla de otra integración vigente, la del massismo y el cristinismo. Una sociedad que se firmó para la campaña 2019, se solidificó durante el gobierno del Frente de Todos y se mantuvo firme a pesar de la derrota electoral.
Massa y Cristina Fernández de Kirchner, o Massa y Máximo Kirchner –que no es lo mismo, pero es igual– funcionan en bloque. Se visitan en sus casas, se reúnen, están en contacto permanente. Massa hasta dio el visto bueno para que dirigentes que le responden formaran parte de la lista de Cristina en el PJ. Por eso, a pesar de su diálogo con las dos partes, parece difícil comprar el papel de mediador equilibrista que Massa vende en el conflicto entre el cristinismo y Axel Kicillof.
“Sergio trata todo el tiempo de bajar la espuma”, dicen en el entorno de Massa sobre la interna entre bandos que ahora transita un capítulo más de extrema tensión con la definición pendiente sobre el desdoblamiento de las elecciones de la provincia de Buenos Aires.
Kicillof todavía no tomó la decisión final, pero el sector que lo rodea lo empuja a independizarse si quiere empezar a construir su propia carrera presidencial. Creen que tiene que dar señales de autonomía y, para eso, debe edificar la victoria en su propio distrito, como quiere hacer el resto de los gobernadores.
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La definición llegará una vez que el Congreso resuelva sobre el proyecto de suspensión o eliminación de las primarias nacionales, que promueve el gobierno de Javier Milei. La aprobación de esa iniciativa le dejaría margen a Kicillof para avanzar con el desdoblamiento local, porque desengancharía las PASO nacionales de las bonaerenses.
El massismo ya manifestó que está a favor de la suspensión de las PASO nacionales en 2025. A Massa, el sistema nunca le gustó. Los diputados votarán a favor del proyecto. Cristina, en cambio, no está convencida. Pide opiniones a diferentes interlocutores, pero todavía no definió la línea de los suyos en el recinto.
Sin embargo, Massa y la expresidenta están alineados en territorio bonaerense. Cristina está en contra del desdoblamiento de Kicillof. Massa no lo dijo públicamente, pero piensa lo mismo. Le quedó claro al gobernador durante la tensa reunión del PJ bonaerense que se celebró en Moreno a fines del año pasado. Massa y Cristina estuvieron en sintonía. Para el kicillofismo, fue una suerte de “emboscada” contra Kicillof.
Máximo Kirchner, Sergio Massa, CFK, Mariel Fernández, Axel Kicillof y Verónica Magario
Máximo Kirchner, Sergio Massa, CFK, Mariel Fernández, Axel Kicillof y Verónica Magario en la reunión del PJ bonaerense, en Moreno.
Massa lo niega. Dice que la elección en la provincia está desdoblada de hecho, porque se celebrará con diferentes instrumentos de votación. Eso, entonces, haría innecesaria la fijación de diferentes fechas. Igual, repite que “hay que definir la mejor estrategia, pero tiene que ser parte de un todo”, es decir, consensuada en la plana mayor de Unión por la Patria.
Kicillof reclama su potestad de diseñar la estrategia en su distrito. Cristina y Massa envían otros mensajes. Kicillof es el gobernador, pero no llegó a ese lugar solo, dicen. El líder del Frente Renovador manda a los suyos a recordar los fondos que recibió la provincia de Buenos Aires durante su gestión como ministro y remarca que Kicillof ganó la reelección pegado a su boleta presidencial. El cristinismo destaca el despliegue territorial que tuvo en la campaña.
Massa intenta calmar las aguas en algunos diálogos privados. Dice que la aspiración de Kicillof a ser candidato a presidente es legítima y hasta casi obligatoria. Sabe que aquellos que no pueden acceder a la reelección no son dignos de atención si no tienen otras ambiciones. “El mozo no te trae ni un café”, grafica. No todos los que lo escuchan compran su discurso. Algunos lo ven demasiado cerca de Máximo Kirchner como para alentar el sueño presidencial de Kicillof.
Por lo pronto, el diálogo entre el líder del Frente Renovador y el gobernador sigue al día. Kicillof dio una señal de respeto al reparto de áreas cuando nombró a Martín Marinucci, hombre del massismo, en el Ministerio de Transporte bonaerense, en reemplazo del renunciado Jorge D'Onofrio, que había llegado ahí por pedido de Massa.
En febrero, Massa mostrará sus cartas en público en el Congreso del Frente Renovador de la provincia de Buenos Aires que tiene previsto encabezar. Dejará definiciones respecto de las elecciones bonaerenses. En privado, ya marcó algunas líneas sobre cómo cree que debe dirimirse la cuestión del armado de las listas nacionales para la provincia de Buenos Aires. “Agua mineral”, responde cuando le preguntan quién debe encabezar la boleta de Unión por la Patria. ¿Qué significa? Que el primer candidato a diputado no debería estar identificado con ninguno de los dos sectores, ni con Cristina ni con Kicillof. Un promotor de la paz.
El peronismo en la elección nacional
A pesar de la alta popularidad de Milei en las encuestas, Massa cree que el peronismo tendrá una oportunidad con el electorado en las legislativas. Los sondeos que llegan al Frente Renovador muestran que el Presidente “no logró pescar ni un voto del 44%” que Massa consiguió en el ballotage.
Por eso, Massa cree que es crucial que el peronismo mantenga su principal fortaleza, la unidad. En eso trabajó durante el año, en reuniones con diputados y senadores, contactos con gobernadores, el diálogo permanente con Cristina y las cenas periódicas con la CGT. A pesar de las tensiones internas, los diputados del Frente Renovador siempre recibieron la misma orden: no romper los bloques.
Puertas adentro, Massa también recibió algunos reproches por su largo silencio. Es sabido que tenía previsto lanzar un libro en marzo de 2024, con un relato sobre su gestión en Economía. La presentación se pateó a junio y, finalmente, se canceló. Su proyección sobre el gobierno de Milei no había contemplado que, a esa altura, mantendría semejante nivel de apoyo popular y estaría en condiciones de tirarle con munición gruesa.
En el massismo dicen que el líder del espacio entendió que la sociedad no quiere escuchar más sobre el pasado, quiere hablar del futuro. Más allá de eso, el 44% del electorado que eligió a Massa se quedó sin voz en su representación. En el Frente Renovador lo relativizan. Dicen que, gracias a Massa, el peronismo quedó a tres puntos de ganar en primera vuelta y que eso garantizó una representación parlamentaria mayoritaria, a pesar de los errores del gobierno de Alberto Fernández.
La mesa de diseño de UP
Las vacaciones de Massa en Pinamar no estuvieron faltas de contenido político. En la playa bonaerense, el líder del Frente Renovador tuvo varios encuentros con dirigentes. Se vio con Emilio Monzó, con el gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, y con el senador Wado de Pedro, delegado de Cristina. También con el empresario Daniel Vila.
Los temas de conversación política se enfocaron en la estrategia electoral. El líder del Frente Renovador piensa que el peronismo tiene que ofrecer “una propuesta de futuro y nuevas caras”. Quiere ser el armador. Busca gente joven para las listas y outsiders y promueve a algunos coroneles propios, como Michel, que ya camina para ser candidato en Entre Ríos, en acuerdo de Cristina.
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Massa nunca abandona el concepto de “panperonismo”. Sueña con un armado más grande que el de UP, un frente anti-Milei que incluya a socios de diferentes tribus, peronistas disidentes y hasta el radicalismo de Martín Lousteau. Lo que pensó para el gobierno que no fue.
Ahora, dice que el peronismo debe concentrarse en el armado de las ocho provincias que este año eligen senadores, Ciudad de Buenos Aires, Chaco, Entre Ríos, Río Negro, Salta, Santiago del Estero y Tierra del Fuego. Pone 15 bancas en juego. Dice que ahí se definirán “los límites al Gobierno” y eso puede ser la base del armado 2027.